Portugal pierde inmigrantes y se agrava la crisis laboral
La salida récord de trabajadores extranjeros, el rechazo social a la inmigración y la emigración de portugueses anticipan un déficit de mano de obra con impacto económico y social
Portugal atraviesa una crisis laboral de fondo marcada por la salida masiva de trabajadores inmigrantes, el endurecimiento de su política migratoria y un clima social cada vez más hostil hacia los extranjeros, mientras miles de ciudadanos portugueses continúan emigrando en busca de mejores salarios en otros países de Europa, una combinación que amenaza con dejar al país sin la mano de obra necesaria para sostener su economía en los próximos años.
Los datos oficiales de la Seguridad Social y los análisis del banco central portugués confirman que el número de trabajadores inmigrantes que abandonan el país aumentó un 40% en el último período relevado. Solo durante 2024 se registraron más de 45.000 salidas de empleados extranjeros, la cifra más alta desde que existen estadísticas comparables, superando ampliamente los niveles previos a la pandemia. El ritmo mensual pasó de un promedio de 2.700 salidas en 2023 a cerca de 3.800 en 2024, con picos superiores a las 5.000 personas hacia finales del año.
Este fenómeno se aceleró a partir de junio de 2024, cuando el gobierno portugués decidió modificar de forma inmediata el régimen migratorio vigente, eliminando el mecanismo que permitía a los inmigrantes regularizar su situación tras doce meses de aportes a la Seguridad Social. La medida, presentada como un intento de ordenar el sistema, coincidió con un aumento pronunciado de las salidas y una fuerte caída del atractivo del país para nuevos trabajadores extranjeros.
En paralelo, las entradas de inmigrantes se desplomaron. Durante el segundo semestre de 2024, el ingreso de trabajadores extranjeros cayó cerca de un 40% interanual. El promedio mensual pasó de alrededor de 20.000 personas a apenas 12.000, una tendencia que se mantuvo durante los primeros meses de 2025. Como resultado, el saldo migratorio se redujo a su nivel más bajo desde comienzos de 2021, un dato especialmente sensible para una economía que depende de la inmigración para sostener sectores clave como la construcción, la hotelería, la agricultura, los servicios urbanos y el cuidado de adultos mayores.
A este escenario económico se suma un factor social determinante. Diversos estudios oficiales y académicos muestran que una parte mayoritaria de la población portuguesa considera que la inmigración ha sido excesiva o mal gestionada. Una proporción significativa asocia la llegada de extranjeros con presión sobre los salarios, el acceso a la vivienda, los servicios públicos y el empleo, percepciones que, aunque no siempre coinciden con los datos económicos, han alimentado un clima de rechazo y desconfianza hacia los inmigrantes. Este contexto social ha facilitado el respaldo a políticas migratorias más restrictivas, aun cuando el mercado laboral muestra señales claras de escasez de trabajadores.
Para el público latino, el fenómeno resulta especialmente relevante. Miles de trabajadores provenientes de América Latina, que en los últimos años habían encontrado en Portugal una puerta de entrada a Europa por el idioma y la relativa facilidad de regularización, hoy optan por abandonar el país o directamente elegir otros destinos europeos. Muchos de ellos migran hacia economías con salarios más altos y reglas más estables, como Alemania, Francia o los países nórdicos, profundizando la pérdida de capital humano en Portugal.
El problema se agrava aún más porque el país también enfrenta una emigración sostenida de sus propios ciudadanos. Desde hace años, Portugal exporta mano de obra joven y calificada hacia otros mercados europeos, donde los salarios duplican o triplican los ingresos locales. Ingenieros, personal de salud, técnicos y trabajadores especializados abandonan el país en busca de mejores condiciones de vida, reduciendo la base laboral disponible y acelerando el envejecimiento de la población activa.
La combinación de menos inmigrantes entrando, más inmigrantes saliendo y portugueses emigrando configura un problema estructural de largo plazo. Organismos oficiales advierten que esta dinámica tendrá consecuencias directas sobre el crecimiento económico, la sostenibilidad del sistema previsional y la capacidad del país para mantener servicios esenciales. Sin un cambio de rumbo que combine políticas migratorias más previsibles, integración social y mejoras salariales, Portugal corre el riesgo de enfrentar en los próximos años una crisis de mano de obra difícil de revertir.
Fuentes verificables:
Banco de Portugal, Seguridad Social de Portugal, Ministerio de la Presidencia de Portugal, estudios oficiales sobre percepción social de la inmigración en Portugal


